Figura 5-1. A. En el segmento anterior pueden observarse algunos cambios como signos asociados a diversas uveítis que pueden inducir hipertensión ocular e inclusive glaucoma. Se aprecia la presencia de úlceras de aspecto dendrítico resaltadas por fluoresceína, propias de la infección por herpes simplex. El desarrollo de sinequias posteriores puede generar una seclusión pupilar e inducir hipertensión ocular de ángulo cerrado con iris bombé B. Los depósitos retroqueráticos de pequeñas dimensiones (C) pueden observarse en el síndrome de Posner-Schlossman, la iridociclitis heterocrómica de Fuchs o la uveítis anterior idiopática; mientras que la presencia de depósitos retroqueráticos más grandes, en forma de “grasa de carnero” D, son más comunes en uveítis granulomatosas (sarcoidosis, tuberculosis, sífilis). Algunos cambios clínicos inflamatorios pueden desarrollarse en el ángulo irido-corneal (E) a través de sinequias posteriores que pueden llevar al cierre total del ángulo y la consecuente hipertensión ocular de gran magnitud, de naturaleza irreversible.